Últimamente ando rodeada de magos; criaturas fascinantes que ven la vida en términos quántico-espirituales. Mi naturaleza hiper-racional hace que me desconcierte ante tanta evidencia intangible y tanto dato sin fuente, pero he de confesar que es irresistible, es como el porno;  situaciones imposibles que generan en mi un interés más por su contraculturalidad que por su uso práctico.

Pensando en esto recordé un comic que me tiene fascinada desde el primer número, una publicación de Image creada por Kieron Gillen e ilustrada por Jamie McKelvie.  Phonogram es una pequeña joya indie que narra en primerísima persona las aventuras y desventuras de David Kholl, a todas luces un alter ego de su creador, que además de ser un prepotente intragable es un “phonomante”, ósea un gafapasta que hace magia por medio de la música, en su caso concreto; el britpop.

El casting  no tiene desperdicio, este comic es de esos productos culturales en que los secundarios se comen vivo al protagonista,  no sé porqué pero adoro esa fórmula sobretodo cuando le quitan peso a un front man pedante. A Kholl lo disimulan el sidekick Kid-With-Knife; ápice de la simplicidad, brutal en su sinceridad y hermoso por su inocencia. En el polo opuesto esta la dama de la historia Emily Aster, una oscura femme fatal con tantas preguntas sin respuesta que es imposible no enamorarse de ella.

Hace tres años  vio la luz la primera serie Rue Britannia que enfrenta al señorito Kholl contra las fuerzas del stableshment por una memoria colectiva de “su música”, que en últimas parece ser lo único que lo sustenta como persona y por ende si la perspectiva que él ha cocinado del britpop es alterada su mismísima identidad sufrirá el mismo destino. Una guerra por su ego, un choque entre lo que el mundo quiere recordar como britpop (Oasis y Blur) versus el veredicto de la crítica más especializada (creada por publicaciones como New Musical Express y Melody Maker), una de esas dualidades constantes en lo que a cultura pop se refiere. Pero además de todo esto es una historia que casi todos hemos vivido en algún momento, la mayoría nos hemos imbuido de identidad a través de fragmentos musicales que se nos meten en el alma, ya sea por moda o por convicción, canciones que fueron nuestros conjuros sentimentales y hablaron por y con nosotros. Rue Britannia muestra esa efervescencia emocional adolecente con sus ilustraciones sencillas a blanco y negro, ecos del crudo estilo fanzinero, una estética que clava a la perfección los tiempos narrados.

Ahora Gillen retoma la vida de sus Harry Potter trendy en un Londres cada vez más apoteósico, con sesiones de “Djs” invitados en una nueva serie titulada The Singles Club,  y para mi deleite un segundo número con la aparición especial de Diamanda Galas en persona!!!!!!!, me pregunto si la Gorgona griega sabrá que es parte del 9º arte…  El caso es que en esta secuela las ilustraciones se salpican de color del mismo modo que los personajes invitados confeccionan un carismático collage de perspectivas  mágico-musicales impredecibles, que sirven de minibiografías de todos los extras y amplía el espectro para los chistes melómanos.

The singles collection.

The singles club.

Confieso que después de leer Phonogram espicho el botón de play con algo más de respeto, o por lo menos con una curiosidad renovada, preguntándome que clase de phonomante sería;  ¿sería un punkymante que vive anclado en el residuo de lo que fue su magia o asumiría la patada globalizada uniéndome a alguno de tantos cultos electrónicos? Me imagino la cosa en esta actualidad digitalizada, veo a esos magos tipo Gandalf conjurando buen rollito desde sus impolutos ipods, combatiendo los sucios restos del pasado analógico, un bando unificado de casettes y vinilos peleando juntos por primera vez en esta épica lucha por su supervivencia…

Desde  Phonogram he repasado mi vida musical,  esa identidad hecha playlist, y ese «despertar» del que hablan mis amigos magos y que  ahora parece una melodía perdida. De repente proceso de otro modo las sensaciones que me produce una canción cualquiera, las degusto y las saboreo en busca de esa marca oculta tras la apariencia que «ilumine» mis oídos. Realmente me da igual el resultado pero la eterna expectativa, la atención renovada, es suficiente recompensa.

"What I really want to know is... what do you do for an encore"

"What I really want to know is... what do you do for an encore"

P.D:  Espero que los mundos posibles sigan alterándose y retroalimentándose en las narrativas de las páginas punteadas.